Cada día, el final más esperado de todos los tiempos está más cerca y cada vez que lo pienso tengo más claro que lo último que voy a hacer cuando el mundo venza al virus será correr. Porque como dijo en su día uno de los mejores corredores de montaña del mundo, correr es lo menos importante de las cosas importantes.  

Cuando todo esto acabe cogeré aire, y saldré a la calle emocionado sin esa sensación de miedo y penumbra que nos ha estado persiguiendo todas estas semanas. Y es que si, todos lo hemos pasado mal, muy mal. No por el hecho de estar encerrados, sino en muchos casos por la enorme impotencia de no tener el control de la situación.  

Cuando todo esto acabe, y se levanten las restricciones disfrutaré con mi familia y amigos de una jornada al aire libre, de carreras con el pequeño, y de una inmensa felicidad. Daremos un largo paseo, y nos sentaremos en un banco, si puedo leeré un libro mientras el aire me pasa las páginas, y después iremos a un restaurante de cerca de casa a comeremos nuestro plato preferido. Lo haremos con calma, saboreando cada bocado, saboreando cada pedacito de la victoria que hemos conseguido. Y tras pasar un día que se antoja mágico con los míos, me iré a la cama sin la incertidumbre de saber cuanto daño nos va a hacer este maldito bicho mañana.   

Probablemente será al día siguiente cuando pueda hacer lo menos importante de las cosas que más me importan, correr por el monte.  

Vamos a salir de esta.